miércoles, 6 de octubre de 2010

Educación: Todo el día los pies mojados



Un tacto enojoso. Un malestar invasivo. Como andar todo el día con los pies mojados. Trabajar en la enseñanza cada vez tiene más que ver con esa sensación, tan alejada ya del primer ímpetu que nos llevó a las aulas a los que enseñamos. Nadie parece ya entender de qué sirve este trabajo. Los políticos juegan a la educación como con un casillero más de su monopoly, y el más preclaro de entre ellos no logra ni sentar al resto a hablar en serio de una educación a la altura de las circunstancias. El mundo se desmorona y nosotros nos embrutecemos. Entre los padres, si bien es cierto que una mayoría mantiene una idea general de que quiere una buena educación para sus hijos, va tomando posiciones una minoría de botarates cargadísimos de leyes y derechos y barrigas adiposas dispuesta a barrer el derecho de la gran mayoría a una educación justa y de calidad. Un error: que los botarates tengan derechos. Un error que encharca la vida de los institutos. No hay rincón donde alumnos y profesores no andemos con los pies mojados.

Pongo un ejemplo. Real. De la primera semana de clase. Un niño de 15 años decide que su clase de la optativa de Teatro le va a servir para ganarse un nombre de macarra entre los suyos, y boicotea la clase. Se ríe de la profesora. La profesora lo echa de clase porque 18 alumnos más se merecen lo mejor. Una buena sesión de creatividad. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, la madre del niño aparece dispuesta a poner en solfa a la profesora que ha expulsado a su niño. Lo defiende. Por encima de su educación. Le grita a la profesora y le dice que su asignatura es "una mierda de asignatura". Un error. Un error abrirle la puerta a una madre así. La educación ante su hijo ya no tiene prestigio, hasta mi mami se caga en la maestra, guay. Ya no sirve nada, ni hay razones con que argumentar frente a esa madre. Pero las consecuencias no las pagará ella, las pagarán 18 niños para quienes las clases ya no serán lo mismo desde la primera semana de clase. Pies mojados. Cada vez más mojados, y más entumecidos. Para todo el año.
Hablemos de directores. Algunos se arriesgan y actúan, frente a una masa in crescendo que ve a los docentes como simples funcionarios satisfechos, enemigos de los derechos de sus criaturitas consentidas.
Hay, también, una cantidad considerable de responsables (otro día hablaremos del tema) preocupadísimos de la visita de un conseller, de una foto en la prensa y una beca internacional, mientras el agua crece y nos llega a los tobillos, y todo es muy molesto, pero ellos no tienen tiempo de verlo. El agua parece tan inocente, hasta que sube y cubre la cabeza, y mata. Entonces es tarde.
Siempre se nos hace tarde.

(Publicado el 6/10/2010 en Diario Información, Alicante)

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