A continuación publicamos la columna de opinión que acaba de aparecer en el Diario Información de Alicante, escrita por uno de nuestros colaboradores habituales, Santiago García Tirado. En ella discrepa de esta deriva hacia la nada en que se ha convertido la normativa en Educación: normas que cambian de semana en semana, y siempre a peor, el tratamiento menos aconsejable en esta época de Educación enferma y necesitada de mimos.
Educación: Dejen de dar ideas
Es un ejercicio que los españoles hemos llevado muy mal, eso de pensar, de ahí que debiera impedírsenos la práctica. Sobre todo en ciertos conciliábulos de quienes gobiernan. Digámoslo de una vez: dejen de dar ideas en educación, que bastante renqueante la tenemos ya. La pobre.
Este verano nos sorprendió una (la enésima, pero nunca se sabe si será la última) idea brillantísima: como estamos en crisis y de golpe han entrado en los centros educativos hordas de individuos que quieren adquirir una formación, alguna cabeza pensante dilucidó una forma de motivación para estos chicos y chicas: se les podría facilitar el acceso a la universidad. Una buena idea, porque en el agujero negro de las ideas anteriores, en años alternos se podía/no se podía acceder a la universidad si se procedía de ciclos formativos. Así que muy rumbosos decretaron que un alto porcentaje de plazas para facultades con alta demanda debían reservarse para que estos chicos tuviesen acceso separado.
El resultado era el previsible: una injusticia catastrófica. Sólo que en este caso puedo dar nombres. Les diré antes que, pese a la fama que trata de escupir la administración sobre la enseñanza pública, de nuestros centros salen alumnos con una formación académica de élite. He tenido cerca dos alumnas así este año pasado: una es Ángela A. y otra es Cristina T. Brillantes, inteligentes, seres humanos con inquietudes y capacidades excepcionales. Ambas aprobaron con Matrícula de Honor, y ambas tenían de tiempo atrás la vocación clara: estudiarían Medicina.